Divulgación

¿QUÉ PODEMOS AVERIGUAR A TRAVÉS DE LA TAFONOMÍA?

La tafonomía, derivada del griego «taphos», que significa «enterramiento», y «nomos», que se traduce por «ley», es una disciplina fundamental para desentrañar los misterios que rodean a los yacimientos fósiles. Situada en la intersección de la geología y la biología, esta disciplina se dedica al análisis meticuloso de los procesos que rigen la fosilización y trata de discernir las causas que subyacen a la formación de las acumulaciones fósiles.
Examinando los conjuntos óseos desde una perspectiva tafonómica, podemos descifrar una amplia gama de procesos, desde las marcas de dientes de carnívoros hasta las marcas de cortes antrópicos, así como otras señales dejadas por agentes biológicos o geológicos. Las fracturas presentes en los huesos también proporcionan información valiosa sobre su historia, indicando cuándo y cómo se generaron. Mediante la interpretación de estos datos podemos reconstruir hechos pasados, comprender los procesos implicados y, en cierto modo, retroceder en el tiempo, como los investigadores en la escena de un crimen.


COMPORTAMIENTO MORTUORIO Y FUNERARIO

Hay indicios de que algunos animales pueden tener un comportamiento mortuorio. Algunos primates, como los chimpancés o los gorilas, pueden mostrar cambios en su comportamiento habitual, como permanecer cerca del cadáver durante un tiempo, limpiar los dientes del cadáver o incluso las madres cargan con el cadáver de un ternero muerto durante semanas. Con el paso del tiempo, acaban abandonando el cuerpo sin vida y esa actividad cesa para siempre.
Otras especies, como los delfines o los elefantes, también desarrollan comportamientos específicos con los cadáveres de sus parientes, como mirar, tocar o incluso transportar el cadáver durante un tiempo. Este tipo de comportamiento es fascinante, pero no se considera un comportamiento funerario, sino mortuorio. ¿Recuerdas las diferencias entre estos comportamientos?
La muerte es una experiencia compartida por todos los seres vivos, pero sólo las personas honran a los muertos con ritos funerarios. A diferencia del comportamiento mortuorio (relacionado con el tratamiento del cuerpo tras la muerte), el comportamiento funerario es una actividad ritual, simbólica, que se caracteriza por tener dos componentes: el espacio y el tiempo. Los humanos creamos espacios para los muertos. Además, honramos a la muerte y mantenemos un vínculo con ella a lo largo del tiempo, conmemorando al difunto mediante ritos. De esta forma, un proceso natural (la muerte) se convierte en un proceso cultural, que con diferentes manifestaciones mortuorias, es común a todas las culturas humanas que actualmente habitan el planeta.
La cultura de la muerte es un eje común y exclusivo de los seres humanos, pero, ¿cuándo comenzaron nuestros antepasados a adquirir una cultura de la muerte? Escucha nuestro podcast «Historias de la Prehistoria» para saber más.


HOLOTIPO: HOMO NEANDERTHALENSIS

Un holotipo es un espécimen físico de un organismo que se utiliza cuando se describe la especie por primera vez.
En 1857 el profesor Hermann Schaaffhausen publicó el análisis de los restos fósiles rescatados de una cantera alemana: la parte superior del cráneo o calota, los cúbitos, los fémures, los radios y fragmentos de los huesos innominados, una escápula, una clavícula y algunas costillas. Sus conclusiones fueron desconcertantes, la morfología del cráneo era diferente de todo lo que se conocía entonces, en particular la extraña morfología de su arco superciliar.
En 1864, William King revisó la morfología de los huesos y propuso que se trataba de una nueva especie de humanos que fueron bautizados como Homo neanderthalensis (hombre del valle de Neander). Así nacieron los neandertales en la literatura científica.
Los fósiles de este espécimen se conocen como Neandertal 1, y se convirtieron así en el espécimen tipo de esta especie.


MONTE CARMELO

El Monte Carmelo es una colina de roca caliza que se alza poco más de 500 metros sobre el nivel del mar en la costa mediterránea del norte de Israel, cerca de Haifa. Sus cuevas han aportado valiosa información, especialmente durante las excavaciones realizadas entre 1929 y 1934 por Dorothy Garrod en las cuevas de Tabun y Skhul.
En Tabun, Garrod desenterró una secuencia estatigráfica que abarca un amplio rango cronológico. Entre los descubrimientos más notables se encuentra el esqueleto prácticamente completo de Tabun 1 asignado a una mujer neandertal con una antigüedad estimada en 120.000 años. Se encontró recostada sobre su lado izquierdo en una fosa excavada en el suelo de la cueva. Es considerado uno de los enterramientos de individuos neandertales más antiguos del registro. Tabun 2, es una mandíbula de un neandertal interpretado como un individuo masculino.
A escasos metros de Tabun se encuentra la cueva de Skhul, donde Garrod encontró una serie de fosas que albergaban tanto a individuos adultos como a niños, pero con una diferencia crucial: no eran neandertales sino Homo sapiens. Aunque los individuos de Skhul compartían una proximidad geográfica y un contexto arqueológico similar a los de Tabun, su anatomía marcaba una diferencia.
Estos hallazgos plantean importantes interrogantes sobre la relación entre neandertales y Homo sapiens en la región, planteando la posible coexistencia y potencial interacción entre ambas especies.

 


EL NIÑO DE TAUNG

El fósil apodado el Niño de Taung es el holotipo de su especie Australopithecus africanus. El cráneo presenta una mezcla de rasgos humanos y simiescos y conserva los dientes de leche, esto aportó valiosa información para poder estimar la edad aproximada de la muerte, que se estableció entre los 3 y los 4 años. Durante la fosilización, sedimentos saturados de agua rica en carbonato cálcico llenaron el cráneo, lo que permitió que, al petrificarse, se conservara una réplica del cerebro. Las marcas presentes en el cráneo han sido equiparadas a las encontradas en los huesos hallados en nidos de grandes rapaces, como águilas. Este descubrimiento sugiere la posibilidad de que el individuo fuera capturado por un águila y llevado a su nido para su consumo.
Si este contenido te parece interesante, no puedes perderte nuestro podcast «Historias de la Prehistoria«.


EL ESLABÓN PERDIDO

Una vez aceptada la teoría de la evolución, algunos empiezan a buscar el antepasado de los humanos, el origen del hombre.
El descubrimiento de este «eslabón perdido» se remonta a los hallazgos realizados por Eugene Dubois en 1891 en Trinil (Java). Dubois descubrió restos fósiles, entre ellos una calota y un fémur, que consideró pertenecientes a un individuo con características intermedias entre los humanos y los simios. Estos restos, conocidos como el «Hombre de Java», presentaban prominentes crestas en las cejas similares a las de los simios, pero un fémur claramente adaptado al bipedismo. Dubois los bautizó como Pithecanthropus erectus en referencia a la postura erguida que evidenciaba el fémur.
¡Escucha nuestro podcast “Historias de la Prehistoria” en Spotify para averiguar más sobre el «eslabón perdido»!


LO CAMBIÓ TODO: CHARLES DARWIN

Con apenas 22 años, Charles Darwin emprendió un viaje transformador que duró cerca de cinco años y lo llevó a explorar rincones remotos del mundo. Durante la travesía, Darwin no solo recolectó muestras de fauna y flora autóctonas, sino que también realizó observaciones cruciales que más tarde inspirarían su teoría de la evolución. En la costa argentina, desenterró fósiles de criaturas extintas, como el megaterio y el gliptodonte, que lo llevaron a cuestionar las teorías predominantes de su época. Además, sus observaciones sobre las diferencias entre especies de ñandúes lo intrigaron y lo llevaron a reflexionar sobre la relación entre las especies y su entorno. Su valentía y curiosidad lo llevaron a explorar regiones aún desconocidas, como el río Santa Cruz y los canales de Tierra del Fuego, donde se encontró con culturas y paisajes que lo impactaron profundamente.
Durante su estancia en las Islas Galápagos, Darwin quedó fascinado por la diversidad de especies que encontró. Observó que las tortugas, los pinzones y otras criaturas variaban notablemente de una isla a otra, lo que sembró la semilla de su idea sobre la evolución y la selección natural. Estos descubrimientos jugarían un papel crucial en el desarrollo posterior de su teoría revolucionaria.
No pierdas la oportunidad de seguir aprendiendo sobre el origen de la humanidad: ¡comienza a escuchar nuestro podcast «Historias de la Prehistoria» hoy mismo!


COLUMNAS ROMANAS: CHARLES LYELL

Charles Lyell, considerado fundador de la Geología moderna, estudió Leyes en Oxford pero, como le apasionaban las ciencias naturales, asistía también a las clases y salidas al campo del geólogo William Buckland.
Influido por la Teoría de la Tierra de Hutton, apuntaba al actualismo y estaba en contra del catastrofismo. En 1827 decidió dejar la abogacía y dedicarse por completo a la Geología. Su idea era publicar un libro con todo el material que había ido recopilando. Finalmente, el libro Principios de Geología se publicó en tres tomos (1830, 1832 y 1833), fue un éxito y se convirtió en la obra de Geología más influyente del siglo XIX. En ella se sientan las bases de la Geología moderna ya que establece un sistema para estudiar el pasado geológico de la Tierra, basado en la idea de que el presente es la clave del pasado. Su importancia radica en que propone un método de trabajo basado en tres principios: actualismo, uniformismo y equilibrio dinámico. Se podrían resumir en que los procesos geológicos han sido siempre los mismos y que las fuerzas lentas pero constantes tienen mayor efecto que las rápidas y violentas. Lyell respetaba el trabajo de Cuvier, con el que mantenía una buena relación, aunque estaba en franco desacuerdo con su teoría catastrofista.
Mantuvo muy buena amistad con Darwin al que conoció en 1836, a la vuelta de su viaje en el Beagle. Le interesaron mucho las muestras de rocas que había ido recogiendo y sus artículos de Geología. Se veían con mucha frecuencia, y más tarde se escribían, para debatir cuestiones científicas que a ambos interesaban. Una de ellas era la del tiempo profundo, que cada uno necesitaba para que ajustasen sus teorías: el uniformismo necesitaba que la Tierra fuera muy antigua y la evolución también. Durante un tiempo, la teoría de la evolución y la selección natural fueron un motivo de desacuerdo entre ellos. Pero en 1863 Lyell publicó «La evidencia geológica de la antigüedad del hombre», donde aceptaba con ciertas reservas la teoría de la evolución; al año siguiente, en su segunda edición, ya la aceptó plenamente. Y con su aprobación la teoría ganó muchos adeptos.
Si te interesa la Geología, sus diferentes teorías y, en general, la historia de la Prehistoria, ¡te animamos a que escuches nuestro podcast!


ORDEN EN LA NATURALEZA: CARL VON LINNEO

¿Alguna vez te has preguntado por qué los científicos necesitan clasificar los organismos y quién sentó las bases de la clasificación de los seres vivos tal como la conocemos hoy?
En el tercer episodio de nuestro podcast «Historias de la Prehistoria» y en esta nueva entrada, hablamos sobre Carl von Linneo y la importancia de su trabajo en la organización de los seres vivos.
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